lunes, 16 de junio de 2008

El fenómeno Bernales – La muerte de un patriota



Ha transcurrido ya un tiempo prudencial para tomar distancia y analizar más fríamente, y desde el punto de vista del fenómeno sociológico, lo ocurrido tras la lamentable y trágica muerte del señor General Director de Carabineros de Chile, don José Alejandro Bernales Ramírez, su señora esposa, doña Teresa Bianchini de Bernales, junto a su comitiva, compuesta por el señor Teniente Coronel don Óscar Tapia Bacigalupo, su señora esposa doña Carolina Reyes Cruz de Tapia, el Sr. Teniente Coronel don Ricardo Orozco Ugalde y el Sr. Capitán Mauricio Fuenzalida Ayala. Todos, fatídicamente muertos en comisión oficial, y al servicio de la Patria, en la ciudad de Panamá.

La muerte de estos compatriotas, en trágicas circunstancias, ha entristecido profundamente el alma nacional, y particularmente la muerte del Sr. General Bernales y de la Sra. Teresa, su esposa, muy queridos por la ciudadanía, y particularmente al interior de la institución uniformada.

Pero, además de las fatídicas y desafortunadas circunstancias en las que se desencadenó este doloroso accidente, el impacto natural producido en la opinión pública, y lo desventurado de los hechos, ¿qué fue lo que gatilló la masiva reacción de la ciudadanía, y sobre todo de los más humildes, para lamentar, sentir y despedir, de la manera más efusiva, al malogrado General y su comitiva? En mi opinión, y revisando la prensa, sólo comparable tal vez, a los funerales de San Alberto Hurtado en 1952.

Ni siquiera el funeral más masivo que recuerden mis jóvenes años, como los del infortunado vocalista del Grupo Los Jaivas, “Gato” Alquinta, o el expresivo adiós dado a la dirigente política Gladys Marín. Incluso, la despedida fúnebre realizada al general Augusto Pinochet, fue sobrepasada por la transversalidad de un pueblo entero llorando a su General Director de Carabineros, seguramente comparable en importancia con los oficios fúnebres al gran héroe y mártir, símbolo de la institución, Teniente Hernán Merino Correa en 1965.


Teniente Hernán Merino Correa


Funerales del Teniente Hernán Merino Correa


Hasta los pétalos lanzados al paso del cortejo fúnebre por las pergoleras, me pareció más demostrativo y entusiasta. “Adiós General del Pueblo” se leía en un hermoso letrero hecho de ramas y flores, elaborado por las mismas tradicionales floristas de Av. La Paz, formando un arco que coronaba la marcha de la columna fúnebre, compuesta por las seis carrozas de los patriotas fallecidos, escoltados por una solemne comitiva motorizada, que junto a los radiopatrullas y el Gran Orfeón de Carabineros, tocando la Marcha Fúnebre, sobrecogían el corazón y llenaban de emoción a cualquiera.



Y para qué mencionar la emotiva Misa Fúnebre presidida por el Obispo Castrense de Chile, y concelebrada por más de una decena de Obispos y sacerdotes, junto a la presencia de las más altas autoridades nacionales, encabezadas por S.E. la Sra. Presidenta de la República, Dra. Michelle Bachellet.



Psicosis colectiva dirían algunos, o sugestión generalizada... Quién sabe. Quisiera mejor pensar que es el reconocimiento de la gente sencilla a un hombre y a los suyos. Un hombre que representaba a la institución permanente de la República, que más alta aceptación presenta en las encuestas de opinión pública. ¿Casualidad? Por cierto que no. Carabineros de Chile es una institución prestigiada, querida y respetada. ¿Y ha sido siempre así? Tal vez no. Los hechos de brutal represión durante las décadas del gobierno militar, sumados a los tan bullados casos de violaciones a los derechos humanos, acontecidos en circunstancias históricas, por cierto, diferentes, contribuyeron a tener una percepción de Carabineros lejana y distante. Incluso, tal vez de temor por parte de la ciudadanía, de los estudiantes y de los trabajadores.

Con el retorno a la democracia, de la mano de la gestión a cargo, de los Generales Directores, Cordero, Ugarte y Cienfuegos, se contribuyó a cambiar la percepción de la ciudadanía frente a Carabineros. La llamada “Doctrina Cienfuegos”, el Plan Cuadrante, las cuentas públicas, y los diseños de una gestión policial más amigable y cercana a los ciudadanos, a las Juntas de Vecinos, y a las diversas organizaciones comunitarias, fueron generando este cambio.

Pero, sin duda, la gestión del General Bernales, a juicio de muchos, el mejor General Director, en los últimos veinte años, favoreció directamente, y entregó un sello no sólo de verdadera cercanía con la ciudadanía, sino un verdadero aporte a la modernización de la policía uniformada.

La preocupación y el desvelo mostrada por cada uno de sus carabineros, evidenciada por su cercanía a los medios de comunicación social, en los dolorosos funerales de cada uno de los funcionarios mártires, muertos en actos de servicio. Las conmovedoras declaraciones a la prensa, efectuadas de manera sencilla, pero con palabras fuertes y directas, fueron conquistando el corazón de la ciudadanía, que, sin pensar, se fue encariñando con el hombre detrás del General. El General del pueblo, como le bautizaron. El General que no vaciló en condenar enérgicamente a aquellos que atentaban contra Carabineros. Llamando incluso la atención de legisladores y magistrados. Con palabras tan fuertes, que aún resuenan en nuestros corazones, como : “El que mata a un carabinero mata el derecho, el que mata a un carabinero, mata al país”; o el repetido “...no se duerman, los vamos a encontrar, no se duerman, porque los vamos a detener”; pero sin duda, lo que más fuerte caló en el inconsciente colectivo fueron sus palabras casi sentenciadoras : “... nosotros hicimos nuestra parte, ahora les toca a los jueces, a los ministros, a los legisladores”.



Es, tal vez, lo que el ciudadano común interpretó como esa sensación de protección que nos daba ese hombre que lideraba la institución que es brecha entre la delincuencia y nosotros. La institución que nos brinda el apoyo, la protección y la seguridad ante el creciente flagelo del vandalismo cada vez más desalmado, ya sin Dios ni ley, que asola nuestras casas, nuestros trabajos, nuestras vidas, nuestros hogares, nuestras familias.

Es el ciudadano común que no necesitó de grandes discursos para avizorar que ante la menor señal de irregularidad o falta de probidad, era el mismo General, quién con la misma fuerza que condenaba el delito fuera de las filas de la institución, lo hacía al interior de ésta. Una señal más de la transparencia, eficacia y eficiencia que este hombre, el General del Pueblo supo transmitir a la ciudadanía.

Citando las palabras del hijo mayor del General Bernales, que en su discurso fúnebre decía, “...ojalá hayan más Generales del pueblo, Jueces del pueblo, Senadores del pueblo, Diputados del pueblo, Ministros del pueblo...”

Sea este el ejemplo de un gran patriota que sirva de legado a las generaciones venideras, que sepan imitar este modelo, y no quede sólo en el simple sentimentalismo del momento.

Sí. Ha muerto un gran patriota. Un hombre que supo hacer extraordinariamente lo ordinario de sus obligaciones de cada día.


General Director de Carabineros de Chile

José Alejandro Bernales Ramírez

Descanse en paz


Sergio Blaimont G.


Fotografías :
Carabineros de Chile
Diario El Mercurio
Diario El Rancaguino
Fotolog